Por: Laura Velasco Urbano
David Ordinas y Olivia Delcán se unen al elenco del "Sueño de una noche de verano" de Darío Facal
El pasado fin de semana la ciudad de la Alhambra despedía el calor con la adaptación que Darío Facal ha dirigido de la obra “Sueño de una noche de verano” de William Shakespeare.
La influencia de Facal sobre este clásico se nota nada más entregar la entrada al acomodador. Así, junto con el programa de mano, el espectador recibe unas gafas 3D. Un elemento con el que el público pudo ver durante la representación varios detalles de la escenografía en tres dimensiones. Una apuesta de unir el teatro clásico y las nuevas tecnologías que ya se pudo ver en otras obras anteriores como “El Burlador de Sevilla”.
Durante casi dos horas el Teatro Isabel la Católica se convirtió en un bosque situado a las afueras de Atenas. Un lugar en el que se pudo contemplar las disputas amorosas de Hermia (Olivia Delcán), Lisandro (Antonio Lafuente), Helena (Katia Klein) y Demetrio (Mario Alonso). Un cuarteto que refleja a la perfección los problemas del amor no correspondido y del amor loco e incondicional por una persona. Un dilema que Shakespeare exponía en esta obra del 1595 y que llega a nuestros tiempos con la misma esencia. Un lío del corazón en el que la joven Delcán participaba por primera vez sobre las tablas granadinas de una manera grandiosa.
Mientras tanto, en las afueras del bosque, una compañía de teatro ensaya una obra que tendrá que representar en las bodas de Hipólita (Carmen Conesa) y Teseo (Alejandro Sigüenza). Un elenco en el que David Ordinas se estrenó por todo lo alto en el papel de Nicolás Trasero. Ordinas puso así la nota de humor en la que se sustenta esta comedia shakesperiana, interpretación que desató de manera inmediata las risas y carcajadas del público que fue a disfrutar de una noche de teatro. Otro de los elementos que hacen único a este clásico es el personaje de Puck (Emilio Gavira). Un espíritu del bosque que siguiendo las órdenes de Obreón (Sigüenza), Rey de las Hadas, hace tomar una pócima de amor a Lisandro y Demetrio, ungüento que liará aún más las relaciones amorosas de los cuatro protagonistas.
Una montaña rusa de emociones con la que Facal ha sabido llegar hasta el corazón de los espectadores. Un éxito que suma este director que hace que el teatro clásico parezca más contemporáneo que nunca. Una obra en la que se apuesta por una escenografía que rompe con todos los elementos costumbristas. Un remolino de risas y humor que hacen que este clásico no pierda ni un ápice de su esencia a pesar del paso del tiempo. Una representación en la que todo el elenco acabó sumido en un abrazo del público de manera literal.
Foto: Laura Velasco Urbano
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