No son Maneras de Tratar a Una Dama: humor negro e inteligente y grandes interpretaciones

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Muy comunes son las adaptaciones de grandes producciones que triunfan internacionalmente, pero pocos los valientes que se atreven a adaptar musicales de pequeño formato que vienen directamente de circuitos más “alternativos”. Este es el caso de “No son maneras de tratar a una dama“, una comedia musical con tintes de thriller que Douglas J. Cohen estrenó en el Off-Brodway en 1987 bajo el título  “No Way To Treat a Lady”, y que aterriza en la escena madrileña bajo la batuta de Pablo Muñoz-Chápuli.

 

 La compañía Tela-Katola se encarga de poner en pie un montaje sencillo y exquisito con el que el público disfruta y pasa un rato “para morirse”. El espectáculo cuenta la historia de Christopher “Kit” Gill (David Ordinas), un aspirante a actor, hijo de una famosísima actriz recientemente difunta, y cuya mayor aspiración es aparecer en la portada del New York Times. Para ello no dudará en acometer un crimen tras otro estrangulando a sus múltiples víctimas. Le sigue la pista un detective torpón (Jorge Gonzalo) que vive en casa de su madre y que ansía la fama dentro del cuerpo de policía. Pero la dulce Sarah (Laura Castrillón) aparece en su camino, suponiendo un problema para el “estrangulador”, quien ve tambalearse sus intenciones con la entrada en escena de la chica del poli. Hasta aquí un argumento aparentemente poco original, pero no nos adelantemos, pues como es habitual, en las formas es donde radica el gran acierto de esta historia.

 

Antes comentábamos que la obra camina del lado de la sencillez, y es aquí donde le damos un sobresaliente a este musical. Hubiera sido fácil caer en aquello del “quiero y no puedo” y dejarse llevar por grandilocuencias a medias, pero en este caso han sabido darle a la historia, y sobre todo al formato, justo lo que necesitaba. 

 

La escenografía y el vestuario corren a cargo de Anna Tusell, quien ha estado brillante especialmente en lo primero. En este aspecto, la escena se desarrolla en diferentes ambientes creados por dos paneles blancos con una puerta en cada uno de ellos sobre los que se proyectan, en blanco y negro y pintados “a mano”, los escenarios del crimen. Y decimos “se proyecta” de manera literal, ya que se trata de transparencias pasadas manualmente las que van dando vida al espacio. Acertado este recurso narrativo que consigue desatar algunas carcajadas gracias a la magia del directo, que conjuga perfectamente con el juego de sombras,  situando al espectador sin que éste olvide que el género también es thriller.

 

A la dirección de  Pablo Muñoz-Chápuli no se le puede poner ningún pero. Ha sabido coger la horma del zapato a cada uno de los personajes, y por supuesto a sus actores. La puesta en escena requiere a unos protagonistas algo caricaturizados, muy de cómic, recurso que Muñoz-Chápuli  explota en su justa medida sin dejarse llevar por la exageración gratuita. Y llega el punto de las actuaciones. Destacan a partes iguales las interpretaciones de David Ordinas e Inma Cuevas. Ordinas está soberbio en el papel de asesino en serie perturbado y con un fuerte complejo de Edipo. Pudiera decirse que ha cogido a Norman Bates y le ha dado una capa de pintura cómica. Su histrionismo y ligero ramalazo hace que el público le adore pese a ser el malo. Por supuesto ya ha demostrado sus dotes como cantante de musical, por lo que alabar su buena voz sería reiterarse. En cuanto a Inma Cuevas, quien lo mismo hace que te desternilles en “Cerda”, que te deja con un nudo en el estómago con el drama “La nieta del dictador”, solo podemos decir que vuelve a hacer un despliegue de matices cómicos en los cuatro personajes que interpreta.

 

Jorge Gonzalo está perfecto en el papel del detective Morris, con su corbata manchada y su traje arrugado, retrato muy acertado del típico detective venido a menos que anhela la gloria profesional. No se queda atrás Laura Castrillón con una interpretación más que notable y una voz que sorprende a aquellos que no la hayan visto anteriormente.

 

“No son Maneras de Tratar a una Dama” es, en definitiva, un musical divertido y con unas grandes interpretaciones, en el que el humor negro e inteligente, y canciones originales acompañadas por una banda en directo, harán las delicias de los amantes del teatro musical. 

 

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